martes, 13 de noviembre de 2012

Riadas, inundaciones, hombre y cambio climático

Este fin de semana los informativos comenzaban con imágenes de las riadas e inundaciones provocadas por las intensas lluvias que hemos padecido esos días. 

Nada nuevo bajo el sol... ¡la de veces que hemos oído hablar de la gota fría! Yo recuerdo, desde bien pequeña, como cada 5 o 6 años el telediario emitía imágenes de inundaciones en el Levante y en Andalucía, de ríos desbordados a su paso por pueblos y ciudades, de campos anegados por las crecidas de los ríos y de personas que habían perdido sus hogares. Y recalco: cada 5 o 6 años. 

Ahora, tenemos noticias como estas todos los años. Es más, me atrevería a decir que cada pocos meses. ¿Cuál es la causa de este aumento de las inundaciones? ¿Por qué hemos pasado de verlas como un hecho periódico pero excepcional, a un hecho anual que no nos sorprende a nadie? Yo apuntaría, como los más importantes, tres hechos indiscutibles: el aumento de la población, la urbanización del territorio y el cambio climático. 

El primero es evidente: el aumento de población en estas zonas ha necesitado de nuevos hogares donde vivir y, por tanto, se ha construido en zonas anteriormente no urbanizadas y donde no se debería construir. Sin esa presión demográfica, muy probablemente no hubiera sido necesario ampliar las ciudades y pueblos. Y, por tanto, una riada que antes afectaba a X personas, ahora afecta a X + Y. 

El segundo es un factor, en mi opinión, determinante del que no se habla. Cuando se intenta buscar culpables a las riadas, siempre es el mismo: ¡las cauces no estaban limpios! Obviando que muchas infraestructuras viarias interrumpen los cursos naturales del agua, la urbanización del territorio trae consigo otras consecuencias que no son tenidas en cuenta a la hora de valorar los riesgos que una zona determinada va a soportar si se produce un episodio de lluvias intensas. ¿Habéis oído hablar del coeficiente de escurrimiento? Es el parámetro que establece  la relación entre el agua que cae por precipitación en una superficie y el agua que "escurre" por ella, es decir, el agua que no se filtra en el suelo. El coeficiente de escurrimiento de un prado, un campo cultivado, un terreno arbolado... oscila entre el 0.05 y el 0.30. El de superficies asfaltadas o pavimentadas, oscila entre el 0.85 y el 1. ¿Y eso que quiere decir? Significa que si caen 80L/m2 en un prado, entre un 5 y 30% (24L en el peor de los casos) escurre y, por tanto, llega a un cauce, ya sea permanente o intermitente, mientras que si esa lluvia cae sobre una superficie urbanizada, entre un 85 y un 100% escurre, es decir, unos 70L en el mejor de los casos, el total de lo llovido en el peor. Por tanto, los cauces naturales, aunque estén perfectamente limpios y sin una rama que puede entorpecer el discurrir del agua, no son capaces de encauzar toda el agua recibida, pues no tienen la capacidad suficiente ya que en condiciones naturales no han tenido que soportar esos ingentes caudales de agua. La urbanización descontrolada y sin sentido que se ha llevado a cabo durante todos estos años (a todos nos vienen a la mente urbanizaciones en mitad de la nada) provoca que en los cursos bajos de los cauces se acumulen caudales que de manera natural no se hubieran producido (al menos no con la frecuencia que ahora ocurre) provocando, por tanto, el desbordamiento de los mismos y las inundaciones y riadas que ya no nos sorprenden, y que afectan a esas nuevas construcciones o, incluso, antiguas que están fuera del alcance de las inundaciones "naturales". 

Y por último, el tercer factor es el Cambio Climático. Según el IPCC (Panel Intergubernamental  contra el Cambio Climático), España se encuentra en una de las zonas más vulnerables al mismo y que más van a verse afectadas (en otra entrada os contaré cuáles van a ser esos efectos a todos los niveles). El cambio climático va a producir, de hecho ya lo estamos viendo, un cambio en el régimen de precipitaciones de nuestro país, con una tendencia a la disminución, tanto en la cantidad como en los días de lluvia. Pero, además, se van a acentuar los fenómenos extremos. ¿Esto que quiere decir? Que en zonas tendentes a periodos prolongados sin precipitaciones, se van a alargar los periodos de sequía. Y en zonas tendentes a padecer lluvias fuertes estacionales (como el caso del levante y sureste de España) éstas van a ser de mayor intensidad. 

Por lo tanto, si unimos los tres factores explicados obtenemos la riada perfecta. Y eso es lo que hemos padecido estos días y que cada vez veremos con más normalidad y frecuencia. 


2 comentarios:

  1. Yo añadiría otro más: la deforestación, que convierte laderes boscosas, donde nunca había habido ningún problema en época de inundaciones, en un inmenso tobogán de barro y rocas. Eso se ha visto por aquí bastante, por desgracia.

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    1. Por supuesto, JJ. No lo he mencionado como tal, pero sí, generalmente esas urbanizaciones fantasmas suponen la deforestación de grandes superficies, a parte de la ya sufrida para ganar tierras de cultivo. Además, el cambio climático está provocando la africanización de España, es decir, se unen las condiciones climáticas con la acción del hombre provocando la desertización de grandes zonas, especialmente en el sur y levante.

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